lunes, 7 de junio de 2010

El camino, de Miguel Delibes

El camino fue uno de los primeros libros que leí. Fue una lectura obligatoria en la EGB allá por los años setenta. Fue también mi primer contacto con  Miguel Delibes, de quien luego he conocido y leído varios de sus libros, hasta poder coincidir con lo que unánimemente se sabe: que es un escritor fundamental e ineludible de la literatura española de del siglo XX.

De El camino me cuesta hablar, porque me he dado cuenta que soy una persona  celosa. Celosa en el sentido que es un libro que he amado como pocos. Es tal vez mi primer amor y como pasa con todos los primeros amores, reales o imaginarios, un estado de exaltación y fervor pareció apoderarse de mí. Leí y releí el libro varias veces, emocionado con su historia, con Daniel el Mochuelo, sus padres y sus amigos y sobre todo con ese personaje tan real, pero  me temo que cada vez mas lejano, que es el campo, o lo rural. En la historia, el pueblo de Daniel, sea que viva en él o que lo lleve tan grabado que no se pueda, ni quiera desprender de su influencia cuando marcha lejos, es el personaje mas importante de todos, evocando una vida de campo, rural, natural y atávica que se va perdiendo no solo con la marcha a la ciudad o la llegada de la urbe, sino que es también un símil del paso a la madurez, o al menos a la conciencia mas plena, ese camino que se recorre de la niñez y de lo natural, a la adolescencia y la madurez, a lo social y formal. Es en definitiva el camino del que habla el título, descrito con maestría por Delibes, un genio en reflejar la España atrasada, pobre y deshumanizada, -aunque viva e intuitiva- virtud que siguió expresando en otros títulos de los que hablaremos en otro momento.
Sorprendentemente ya no se manda leer en las escuelas o institutos literatura de este tipo. Ya solo por ser iniciática El camino merecería ser leído y estudiado por todos los jóvenes en edad escolar, así como a Dumas, Verne o Chesterton, autores que han formado mentes libres y reflexivas.
Me gusta la palabra camino... "caminante no hay camino, se hace camino al andar" escribió el gran Antonio Machado y ese camino, que nos lleva a otros lugares que esperamos sean mejores, que implica movimiento, actividad y vida y que denota sencillez y tranquilidad; ése es el camino que esta novela abrió para mí. Después de vislumbrarlo y empezar a transitarlo ya nada fue igual, para bien o para mal.